El cannabis de Duque - Maliv

El cannabis de Duque

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Me pregunto si en el Gobierno Nacional se han dado a la tarea de analizar cuánto ha perdido el país por no dar un paso decidido y firme hacia la utilización del cannabis con fines medicinales, industriales y por qué no, recreativos.

Un análisis del diario La República, publicado en marzo de 2021, calcula que el país dejó de percibir ingresos por US $876 millones por no tomar una decisión con la debida firmeza en un tema como este. Aproximadamente un 2.8 puntos del PIB según las cuentas de los analistas en temas económicos se dejan de recibir.

Lo anterior es el resultado de la manera en la que el gobierno Duque trabajó durante estos cuatro años; de tener un presidente que todo lo retrasó, que no tomó decisiones a tiempo y cuyas dos grandes preocupaciones eran tener contento al expresidente Álvaro Uribe Vélez y tumbar “en cuestión de horas” al dictador en Venezuela.

Para colmo, está la paquidérmica manera de gestionar los procesos del INVIMA, donde el trámite para obtener una licencia de determinado producto para así comercializarlo en el mercado puede tardar meses e incluso años. Mientras, las empresas que tienen sus esperanzas en estos productos pierden sus inversiones. Pero claro, esto poco le importa a Duque y a su equipo de gobierno.

Según Fedesarrollo, una hectárea de cannabis legal produce 17 empleos e ingresos por $6.500 millones. No puede ser que estas cifras no le ayuden al Estado como tal a entender que esta industria puede ser el motor para la recuperación económica del país en la pospandemia.

Colombia no puede seguir tratando el consumo del cannabis como si este no existiera, como si las personas no supieran de su existencia, como si se tratara de un asunto que está en los países lejanos. La Alcaldía de Bogotá reveló los resultados de la Encuesta del Consumo de Cannabis en la ciudad, aplicada sobre un total de 4.564 personas entre marzo y mayo de 2021.

El 58% de los bogotanos consultados respondieron que el consumo lo hacían con fines recreativos; el 20% de los encuestados aseguró consumir el cannabis con fines medicinales; el 16% con fines espirituales y el 6% dijo que ninguno. El 31,1% de quienes se inclinan por el uso recreativo respondió que lo consumían en fiestas o en compañía de alguien; el 30,6% en solitario; el 24% lo hacen en el trabajo, estudio, producción artística o lectura; y un 14% en medio de alguna actividad deportiva.

La encuesta revela además que quienes adquieren el cannabis lo hacen en el mercado ilegal en un 46,5% para uso recreativo: con fines espirituales el 37,8% y con fines medicinales el 24,5%. Solo el 26,5% lo obtienen por los métodos legales.

Esto demuestra que, al menos en la capital del país, el cannabis es una realidad y como tal hay que tratarla. Por supuesto, para esto es necesario dejar la hipocresía y el moralismo, soltar la Biblia, quitarse la sotana y darle un apoyo decidido a este mercado. Son los pequeños y medianos empresarios quienes hacen grandes apuestas y quienes más le han puesto empeño y sacrificio.

Aquí no solo hay que tenerle consideración a las grandes chequeras, especialmente las extranjeras. Es necesario mirar hacia adentro y cuidar de los pequeños y medianos agricultores que tienen en sus fincas siembra de cannabis y por supuesto a los pequeños y medianos fabricantes, que estoy seguro, unidos conforman una mayoría.

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